Es un fenómeno peculiar, poco conocido pero fascinante, que sucede tras el letargo invernal, donde los viñedos reposan. Con la subida de las temperaturas de la llegada de la primavera, nuestros viñedos comienzan a llorar, arrancando de esta forma su ciclo vegetativo. La savia recorre de nuevo la planta y brota a través de los cortes de la poda formando lágrimas. Las cepas reactivan su respiración celular, absorben más agua y minerales, y ponen en marcha sus reservas. El «lloro» anuncia un nuevo ciclo que nace desde las raíces de la vid.
Las cepas más jóvenes brotarán antes que las viejas, y cada variedad lo hará en diferentes tiempos. Las primeras en brotar serán tempranillo, merlot y garnacha tintorera, seguidas de syrah, variedades blancas y cabernet sauvignon. Finalmente brotarán petit verdot y monastrell. Después de la brotación saldrán los sarmientos verdes, las hojas nuevas y las flores del viñedo, que más tarde se convertirán en racimos. Los viñedos se teñirán de verde y, en Bodegas Pinoso esperaremos al lado de nuestras cepas la llegada de la vendimia.